Debajo de una flor de color púrpura
vivía un duende pequeño y enojón,
vestía con zapatos grandes de punta,
tenía el cabello de color verde limón.
Cada mañana se iba en busca de un tesoro,
por el bosque se le veía ligero caminar,
comía al final de la tarde lo que hallaba,
pero ni por eso una linda sonrisa dibujaba.
Cierto día el duende enojón tropezó y calló,
tanto era su dolor que dio un fuerte grito;
de un árbol frondoso salió una bella hadita
que con toda paciencia y cuidado lo auxilió.
Desde aquel momento nunca más se separaron,
formaron una tierna amistad fuerte y duradera,
al duende ya no se le vió enojarse ni llorar
porque en su corazón el cariño lo había abrazado.
©Marielena Rondinel
(Perú)
Todos los Derechos Reservados
vivía un duende pequeño y enojón,
vestía con zapatos grandes de punta,
tenía el cabello de color verde limón.
Cada mañana se iba en busca de un tesoro,
por el bosque se le veía ligero caminar,
comía al final de la tarde lo que hallaba,
pero ni por eso una linda sonrisa dibujaba.
Cierto día el duende enojón tropezó y calló,
tanto era su dolor que dio un fuerte grito;
de un árbol frondoso salió una bella hadita
que con toda paciencia y cuidado lo auxilió.
Desde aquel momento nunca más se separaron,
formaron una tierna amistad fuerte y duradera,
al duende ya no se le vió enojarse ni llorar
porque en su corazón el cariño lo había abrazado.
©Marielena Rondinel
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