Una sonrisa no cuesta nada, pero da mucho. Enriquece a aquellos que la reciben, sin empobrecer a aquellos que la dan.
Toma tan sólo un momento, pero su recuerdo, a veces, dura para siempre.
Ninguno es tan rico ni poderoso que pueda sobrevivir sin ella, y nadie es tan pobre que no pueda enriquecerse con ella.
Una sonrisa crea felicidad en el hogar, promueve buena voluntad en los negocios, y es la contraseña de la amistad.
Ella trae descanso al cansado, alegría al descorazonado, luz al triste y es el antídoto de la naturaleza para las preocupaciones.
Y sin embargo, ella no puede ser comprada, prestada, o robada, ni se la puede solicitar con ruegos, porque es algo que no tiene valor para nadie hasta que es regalada.
Alguna gente está demasiado cansada para darnos una sonrisa; démosle una de las nuestras, ya que nadie tiene tanta necesidad de una sonrisa como aquel que ya no tiene más de ellas que dar.
Autor desconocido
viernes, 27 de agosto de 2010
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