Amistad es una palabra bien pequeña, pero nunca viene sola.
Ella da siempre la mano con el cuenta conmigo, estoy aquí, si necesitas, me llamas. Estoy feliz por ti, vibro por ti, si necesitas un hombro, tengo dos. Pienso en ti, me agrado de ti, te estoy oyendo, no te olvido, aunque no nos hablemos todos los días...
Amistad es ese amor misterioso y placentero del corazón dividido y unificado al mismo tiempo.
¿Quién puede entender que el corazón pueda amar tanto y a tantos?
El corazón de un amigo es un mapamundi donde cada uno se encuentra en algún lugar, pero todos hacen parte del mismo globo.
Diferentes, especiales e importantes, cada uno con su manera.
Y son en las diferencias que nos completamos, en las desavenencias que aprendemos el perdón, la paciencia y la humildad.
Ser amigo es saber aceptar que los demás no sean iguales a nosotros, pero que sus valores pueden enriquecer aún más lo que tenemos y amarlos a pesar de las diferencias, como se ama una rosa con espinas, pero no menos bella.
Solo no es quien no tiene a nadie; solo es quien no tiene un amigo.
Poco importa saber en que parte del mundo se encuentran nuestros amigos si podemos sentir en el alma que, dentro de nosotros y dentro de ellos, hay un espacio reservado que nada más podrá llenar.
Amistad, dulce amistad...
Si somos dos, unidos seremos un lazo fuerte.
Si somos muchos, seremos una cadena que nada podrá vencer.
Letícia Thompson
miércoles, 11 de agosto de 2010
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