Todos nos equivocamos alguna vez… o muchas veces. Recobrarnos, ponernos de pie luego del error y sacarle provecho… eso es lo que a veces no hacemos.
Lo que separa a los triunfadores del resto no es el no errar. Muy por el contrario, la gente buena, en su intento por hacer más, por cambiar el mundo, por dejar huella, hasta se equivoca más a menudo que el resto.
Pero tienen las agallas para no quedarse inmóviles lamentándose y autoculpándose del error luego de cometido, sino que se enfocan en mejorar.
Si ha tenido un fracaso o ha cometido un error últimamente, recuerde estos consejos: No se auto-niegue el error. Mejor acéptelo, analice en qué falló y aprenda de él. Luego, intente olvidarlo lo más pronto posible, y ordene a su mente que no se lo esté recordando constantemente. De nada le sirve llorar por el pasado: sólo puede aprender a no tropezar de nuevo con la misma piedra.
No todo nos saldrá bien siempre. No podemos ser expertos en todo, ni ser infalibles en nada, ni caerle bien a todo el mundo. Entonces nada hacemos re-viviendo en nuestra mente el episodio y deprimiéndonos por él.
Acepte que errar es de humanos; recuérdese que usted es humano, y decídase a sobreponerse de una vez por todas, no desperdiciando su energía en lamentarse, sino enfocándola con renovado entusiasmo para hacer cada día las cosas lo mejor que pueda.
Autor Desconocido
domingo, 16 de noviembre de 2008
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