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viernes, 12 de octubre de 2012

Muchas veces olvidamos



Muchas veces nos olvidamos de cómo éramos porque sólo pensamos en cómo queremos ser.

Olvidamos de quien nos tendió la mano cuando ni nosotros sabíamos por dónde andábamos.

Olvidamos de quién, sin pedir nada a cambio, decidió amarnos y se arriesgó a no ser correspondido.

Olvidamos nuestros miedos, lo que nos costó hacer para llegar hoy al sitio donde nos hayamos; olvidamos los sacrificios, al parecer no eran cosas tan importantes o tal vez, valió la pena dejarlos atrás para avanzar.

Olvidamos de dónde venimos, cuáles eran nuestros anhelados sueños.

Olvidamos a quienes habíamos prometido amistad eterna en un banco de colegio; a quienes dijimos un “te quiero” la primera vez, nuestro primer beso y nuestro miedo de encontrarnos cara a cara con la persona amada envueltos en un misterioso deseo.

Olvidamos la fuerza y magia que bombea nuestro corazón al ver a la persona que nos atrae, “¡Dios, qué temblor, qué rara me siento!” pensamos, sentimos pero callamos por miedo a que la otra persona se ría de nosotros.

Olvidamos que, a veces, somos generosos, somos capaces de ver más allá de la belleza exterior y al levantar el manto descubrimos un paisaje único que esperaba ser desvelado por la persona adecuada.

Olvidamos nuestro temor, nuestro miedo a ser rechazados.

Olvidamos decir a los que queremos lo mucho que valen para nosotros; alimentamos un miedo absurdo de no asumir lo que sentimos, pues el día de mañana no vivirás con los demás ni por los demás y que “el qué dirán” no nos permitirá ser felices si lo llevamos como compañero de vida. Olvídate y limítate a vivir, lucha por lo que quieres y sin temores intenta pintar tu cielo de colores y sobre todo, no esperes a nadie para empezar a vivir como ambiciones y anheles.

Nos olvidamos de quienes brindaron con nosotros por nuestro décimo octavo cumpleaños, de nuestros múltiples deseos pensados con el corazón al soplar las velas y degustar parte de nuestra nueva y dulce edad.

Olvidamos lo bueno, olvidamos lo que nos hizo feliz, olvidamos que somos fuertes y que nada es imposible; olvidamos que el destino es excusa del cobarde y que casi todo, depende de nosotros, que lo que nos suele escapar del control raras veces es fruto del azar, depende más bien de las circunstancias y de las posibilidades que nos son brindadas para ser quiénes somos y con las fuerzas que tenemos.

Olvidamos que somos las únicas personas capaces de limitar nuestros sueños y, consecuentemente, las únicas capaces de hacerlos realidad…

Sara.J

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