Hacía tiempo que la mariposa se sentía sola decidió buscar una rosa para que su hogar tuviese algo de vida, ese día visitó un gran invernadero en dónde habían flores de todos los colores, aromas y clases. Era esa rosa la que le robó la atención pidió al dependiente que se la mostrará, cuándo la trajo hasta ella llenó sus sentidos con su aroma al tiempo que acariciaba la textura de sus pétalos. Pagó su valor y feliz se fue a casa, buscó el mejor sitio dónde pudiera lucir después se sentó y feliz disfrutó de su presencia.
Al principio no había mañana que no le diera los buenos días y, le dijera: ”hola que bella estás”, mientras le ponía agua y quitaba las hojas secas que tenía. Pasaron los días y sin darse cuenta su amor por ella disminuyó, se fue esfumando como humo, poco a poco. Una mañana posó sus ojos fijos en la rosa y se sorprendió al ver unas gotas que brotaban de los pétalos parecían rocío, se quedó admirada y dijo: “dentro de la casa es casi imposible que caigan gotas de rocío”, con ternura como hacía tanto que no lo hacia acaricio la flor y secó sus lágrimas, era demasiado tarde la flor estaba a punto de morir, se había secado. Entre susurros le dijo:“quiero que, sepas te amo y siempre te amaré fui muy feliz a tu lado”. Mágicamente escuchó una diminuta voz que le decía: “¿Sabes?, siempre supe que me amabas por que tus labios lo decían... Pero nunca lo sentí, mírame me has dejado morir”.
En el amor, lo que valen son los hechos no las palabras. Efectivamente hasta las flores requieren cuidados, si no se riegan llegará el día en que se seque y no vuelva a florecer. El amor es de dos y como tal, los dos deben sentirse a gusto y compartir la felicidad.
Autor desconocido
Al principio no había mañana que no le diera los buenos días y, le dijera: ”hola que bella estás”, mientras le ponía agua y quitaba las hojas secas que tenía. Pasaron los días y sin darse cuenta su amor por ella disminuyó, se fue esfumando como humo, poco a poco. Una mañana posó sus ojos fijos en la rosa y se sorprendió al ver unas gotas que brotaban de los pétalos parecían rocío, se quedó admirada y dijo: “dentro de la casa es casi imposible que caigan gotas de rocío”, con ternura como hacía tanto que no lo hacia acaricio la flor y secó sus lágrimas, era demasiado tarde la flor estaba a punto de morir, se había secado. Entre susurros le dijo:“quiero que, sepas te amo y siempre te amaré fui muy feliz a tu lado”. Mágicamente escuchó una diminuta voz que le decía: “¿Sabes?, siempre supe que me amabas por que tus labios lo decían... Pero nunca lo sentí, mírame me has dejado morir”.
En el amor, lo que valen son los hechos no las palabras. Efectivamente hasta las flores requieren cuidados, si no se riegan llegará el día en que se seque y no vuelva a florecer. El amor es de dos y como tal, los dos deben sentirse a gusto y compartir la felicidad.
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