Gracias amigo, por aceptarme como soy.
Gracias por ser tolerante con mis fallas y por ayudarme a superarlas. Siempre estás allí cuando lo necesito, con las palabras que alientan, el consejo que aclara y la sonrisa que motiva.
Gracias amigo, por el respeto que te ennoblece, por no manipularme y por quererme como soy: diferente, único, no una réplica tuya. te quiero porque me invitas a escalar las cumbres, a salir de la mediocridad, a volar y crecer.
Gracias amigo porque en tus ojos contemplo la bondad, y en cada gesto tuyo se trasluce la grandeza de tu espíritu.
Contigo amigo, el silencio me susurra cantos de amor, y la soledad se llena de presencias que vivifican.
Cuando me alabas o me corriges, se hacen ligeros los fardos, cortos los senderos y soportables las penas.
Gracias, amigo; tú me das razones para vivir y fuerzas para nunca claudicar.
Gonzalo Gallo Gonzáles
martes, 5 de enero de 2010
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